Mi deseo de año nuevo: viajes espaciales baratos

La tecnología no avanza lo suficiente en estos últimos tiempos. ¿Dónde quedaron los viajes al espacio para gente con dinero? Sin duda la insuficiente demanda de plazas en las naves que llevarían a los favorecidos a surcar el espacio estelar, ha obligado a una disminución de los presupuestos destinados por las empresas al perfeccionamiento y abaratamiento de tales artefactos. Por causa, pues, de la crisis, los ricos no están viajando al espacio con la frecuencia y en la cantidad que sería de desear.

Como resultado colateral, la gente pudiente, que se ve obligada a permanecer mayoritariamente en este planeta, sigue dedicándose a lo que mejor sabe hacer: acrecentar más aún su riqueza. Aburridos de obtener por sus inversiones unos beneficios demasiado magros (no más allá del cincuenta o el sesenta por ciento), los ricos han encontrado para ello un camino más fácil, si bien de dudoso futuro, cual es exprimir a los pobres para que éstos cedan a los primeros la exigua renta que hubieran podido ahorrar en los tiempos aún cercanos de la bonanza especuladora. O sea, en los tiempos en que vivíamos por encima de nuestras posibilidades.

Uno de los efectos beneficiosos de esa nueva deriva optimizadora de beneficios que los ricos han seguido, es la que tan acertadamente ha destacado el ministro de Hacienda, Fernández Montoro: la decisión, absolutamente libre y voluntaria, de la sociedad española de renunciar a los servicios públicos. El Gobierno, siempre atento a las necesidades de la sociedad, antes incluso de que ésta se dé cuenta de ellas, ha procedido con presteza a implementar las leyes y acciones gubernamentales oportunas para satisfacer tal deseo de renuncia.

Realmente no puedo concebir un mundo más feliz que aquel en el que un gobierno respeta la voluntad popular y actúa con diligencia para hacer que se cumpla. Sin necesidad de soviets ni otras molestas y caducas formas organizativas, ha tenido que ser el Partido Popular el que acierte con la fórmula adecuada para restituir a la sociedad española el Paraíso Perdido que todos anhelábamos recuperar.

Ahora, que ya que han cumplido esa función, podían abaratarse los viajes al espacio y que todos se fueran en alguna nave a Sirio, pongamos por caso.

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