Ética blanca

No, no es que me haya vuelto del Ku Klux Klan, ni que mi fervor madridista me lleve a elevar excesivamente de tono las cosas. Con el término 'blanca' con el que adjetivo a la ética en el titular de esta entrada, me refiero al que se usa en las empresas de distribución para denominar a los productos sin marca, ofrecidos a los consumidores a precios considerablemente más baratos. La ausencia de gastos en publicidad y comunicación hacen que ello sea posible.

Y no por ello los productos son peores. Su calidad puede ser todo lo digna que se quiera, sólo que no hay una etiqueta con el nombre tal o cual, sino tan sólo con la descripción del producto: "Detergente para lavadoras automáticas", por ejemplo, en lugar de "Ariel". Los polvitos o el líquido de dentro pueden ser igualmente buenos.

Toda esta disgresión viene a cuento de la mascarada que unos publicitarios han montado para recibir a la esposa del presidente de Estados Unidos, doña Michelle Obama. No me detengo tanto en lo indigno o no de esa actitud servil en que han basado su campaña de recibimiento, sino en el criterio mismo con el que tal campaña se ha montado. Lo dicen abiertamente las empresas responsables de la misma, Imagen Consulting y Copremosa Sur: la medida adoptada por el ayuntamiento marbellí de quitar unas vallas publicitarias en las que se habían instalado cartelones con el leit motiv ('Welcome Obama Familiy') escrito con letras cuyos colores reproducían la bandera de Estados Unidos, es, según dichas empresas de comunicación, "una medida desacertada, puesto que gracias a ella se ha generado una cobertura mediática muy positiva e impactos de la marca Marbella en infinidad de medios nacionales e internacionales que benefician a la imagen de la ciudad y la Costa del Sol".

A eso se reduce, para estos mercaderes de lo intangible, una ciudad y sus gentes: a una marca, cuyo reconocimiento público hay que acrecentar porque así se benefician las empresas y los ciudadanos. No es necesario decir que el beneficio al que estas empresas se refieren es exclusivamente económico, pero para ellas es el único que tiene valor. Vienen a decir que ellos no entran en cuestiones políticas ni ideológicas. ¿Que no entran? No sólo entran en ellas, sino que lo hacen como elefante en cacharrería. No tienen el conocimiento ni la precaución necesarios para hacerlo de otra forma. Las ciudades, las personas, no necesitan de marcas para ser queridas y deseadas. Cada cual las puede ver como son en realidad, de la misma forma que los detergentes sin marca pueden ser valorados por los consumidores en función de lo bien que limpian, aunque nadie les haga publicidad.

Tiene sus peligros esto de buscar el "impacto mediático" a toda costa: el día menos pensado contratarán a algún miembro de ETA para que organice un atentado contra un visitante. ¿Se imaginan el impacto?

Comentarios

SPOOK ha dicho que…
Últimamente le observo bastante intolerante y eso no es bueno para su salud.
Efectivamente, como usted dice “Las ciudades, las personas, no necesitan de marcas para ser queridas y deseadas”… pero para ello es previo y necesario que sean conocidas por su nombre (tambien llamado marca).
Anónimo ha dicho que…
yo antes que la pàncarta prohibiría la existencia de una ciudad llamada marbella, que durante largos años votaba y votaba corrupción, votaba u votaba a una policía fascista, votaba y votaba el petrodólar sin importarle un pimiento si estaba manchado de sangre o de lo que sea, cotaba y cotaba su propia indignidad.

sí, me refiero a esos mismos ciudadanos que entonces decían que si no eres marbellí no lo entiendes, los mismísimos que hoy se quejan, apedrean a la gente que tanto votaban antes incluso de que sea juzgadea y nos piden solidaridad para pagar sus deudas.

marbella debiera desaparecer del mapa.

mitxel