Un brindis por el Servicio Andaluz de Salud

Me entero con bastante retraso de que hará unas tres semanas ganaron un nuevo juicio los médicos del hospital Severo Ochoa acusados por el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Manuel Lamela, de realizar malas prácticas en la sedación y en el ayudar a bien morir (la expresión es mía) de pacientes terminales. Hace no muchos meses habían ganado otro juicio, con lo que todas las acusaciones mencionadas se demuestran inconsistentes.

Sin embargo, el equipo de médicos del hospital de Leganés que sufrió el embate del consejero del PP ha cosechado ya una derrota que en nada puede paliar su victoria judicial. Se ha producido un éxodo por el que buena parte de los profesionales implicados se han desbandado en otras instituciones sanitarias, con lo que un cuerpo médico que se había ganado un merecido prestigio profesional y humano ha desaparecido como tal equipo. Más allá de ese efecto del acoso al que Lamela sometió a los médicos del Severo Ochoa, las consecuencias más graves son las relacionadas con las cautelas que los médicos de centros sanitarios de la Comunidad de Madrid han puesto en su trabajo desde el mismo momento en que la persecución se inició. Muchos enfermos han sufrido en sus carnes, en sus vidas y en sus muertes, los efectos de esas cautelas.

Por ello alcanza más valor la noticia que hoy publican los medios, relacionada con Inmaculada Echevarría, aquejada de una distrofia muscular, en el sentido de que el Servicio Andaluz de Salud garantiza el cumplimiento de los deseos de la paciente, que pasan por la desconexión del aparato que le mantiene artificialmente la respiración. Inmaculada está internada en el hospital de San Rafael, dependiente de la orden religiosa de San Juan de Dios, razón por la cual teme -creo que con razón- que se nieguen a satisfacer sus deseos. El aserto de la adminisración autonómica andaluza cumple una función primordial en un Estado de Derecho, cual es que los poderes públicos velen por el cumplimiento de las leyes y normas y la satisfacción de los derechos de las y los ciudadanos, por encima de quienes quieran conculcarlos en la práctica arguyendo no importa qué.

Comentarios

Imperialista ha dicho que…
Esto es un poco contradictorio con lo de De Juana, ¿no cree? Si al final de una huelga de hambre -voluntaria, no hay que olvidar- uno va y se muere, no sé por que no han satisfecho los deseos del etarra como parece que sí quieren hacer con los deseos de esta pobre mujer.
AF ha dicho que…
Porque De Juana no ha pedido morir. Ya sé que la diferencia puede parecer de matiz, pero no es así. En un caso (Inmaculada) sabe que no va a poder vivir mejor de lo que ahora está y prefiere "dejarlo". En el otro (De Juana), no quiere morir, sino que es un medio de presión para que le atenúen las condiciones.

Pero esto ya lo sabía usted, don Impe, no quiera hacerme creer que se le había pasado por alto...