La serpiente y la manzana

He aquí la prueba. Detrás de la fachada de santidad se esconde la auténtica cara del pecado. Es la tentación en persona, la serpiente mítica ofreciendo la celebérrima manzana al ser humano. Lean ésto y reconozcan que es difícil huir de la tentación de sentir simpatía por esos sacerdotes-entrenadores y esos sacerdotes-jugadores.

Pero hay que ser fuertes, hijos (las hijas, ya se sabe, no pueden resistirse a la tentación, por lo que son casos perdidos). Hay que saber mirar tras los oropeles. Hay que saber levantar la falda de la sotana (o del clergyman, ¡qué encantador!) para descubrir la pata de la cabra.

Bertone es, desde hoy, el cura con más olor a azufre de la historia.

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